Querido Lector,

Querido Lector que no me estás leyendo,

Si supieras todo lo que tengo por decir te quedarías un rato a mi lado, aunque fuera por ligera empatía.
El mundo actual está carente de empatía, de sentido común y de sentido del humor.
Sin embargo tiene exceso de consumismo, consecuencia directa de décadas de hedores a tufo capitalista.

Se pueden cambiar muchas cosas para dejar un mundo mejor a quiénes tengan que venir, ya sean seres venideros o gatos espaciales, y todas parten de un mismo sitio: el YO.

El Yo entendido como epicentro del Cosmos es causa y solución de todos los problemas. Contenemos en nuestro interior todo lo que verdaderamente necesitamos. Todo lo demás son inventos externos, como el dinero.

El dinero es un disfraz en un baile en el que todo lo que parece no es. Y lo que hay debajo de la apariencia recubierta de dinero suele estar podrido y putrefacto. El dinero es un medio, un canal para la obtención de materiales pero, ¿realmente lo tangible es valioso? Si otorgamos el valor a bienes tangibles, cuando éstos quiebran o desaparecen nos sentimos perdidos. Si, en cambio, validamos nuestro centro en lo intangible nos percataremos de que poseeremos algo que nada ni nadie nos podrá arrebatar haciendo de ello nuestro bien más preciado.

¿Te has puesto a pensar alguna vez en cuánto vale tu tiempo? Hemos convertido el tiempo en algo tangible cuando en realidad no lo es. Lo hemos embrutecido y lo hemos llegado incluso a envilecer cuando el tiempo, señores, ¡es el mejor regalo del Universo! ¡y, como tal, no puede tener precio!.

Con este corto esquema en la cabeza no es difícil percatarse de que si seguimos como vamos, vamos directos al abismo. Abismo de degradación, vacío existencial e infelicidad.

¡El cambio está en ti! En que demos valor a lo que tiene valor y aprendamos a decir ¡basta! cuando haya que decir ¡basta! y aprendamos a valorarnos y a hacernos valorar (sin arrogancia, por supuesto).

Somos únicos e irrepetibles. Y ni la belleza está escrita ni la riqueza tiene por qué seguir cánones. Porque lo que ves, en realidad no es.




Una estrella fugaz que pasó frente a Antaviana
donde fue observada esta carta mediante telescopio desde la ventana

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